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January 13, 2015

Miracleman # 11 - Alan Moore & John Totleben

Detached from humanity, and living far above the world, in the intricate architecture of Olympus, Miracleman embraces his godlike nature, almost forgetting he was once a mere human being. It’s 1987, and Alan Moore adds an unexpected layer of complexity to the saga of the world’s greatest hero. Two tales are now intermingled. One takes place in the future, in 1987, and it’s narrated by an omnipresent Miracleman. The other one, however, is still taking place in 1982.

“Cronos” (originally published in Miracleman # 11, May 1987) sets the foundations of Olympus. In Greek mythology, Mount Olympus was the neuralgic center of the gods. There, Zeus, son of Chronos, reigned supreme. “Dreaming of new music, new thoughts, new paintings, a new world every day. Every day. Sometimes, toy citizens clamber up here asking favours; this disease needs curing, that river moving. Sometimes I say yes”, explains Miracleman in 1987. Through his soliloquy we understand how divine he feels now. He looks down at humans as ants, building what he refers to as toy cities, always asking for his intervention or assistance.

Nevertheless, in 1982 things are not as easy as they seem to be in the future. Michael Moran and Liz are concerned parents dealing with the strange metabolism of their newly born child. Unexpectedly, a man and woman follow Moran and ask him about his other self. Then they are transformed into powerful alien creatures: the Qys. Moran turns himself into Miracleman, and the battle begins.
  
Totleben's extraordinary composition / extraordinaria composición de Totleben
Qys
“I knew them not for Titans then, knew not that Cronos was arrived to confiscate the thunderbolts of a delinquent Zeus”, affirms the protagonist. Every time that Miracleman defeats the Qys, they assume a new form. Their ability to recreate themselves constantly is what gives them a considerable advantage. The male creature stays with Miracleman, who is about to be defeated. The female finds Moran’s home, and inside the defenseless Liz. Reminiscent to the horror sequences of “Swamp Thing”, the extraterrestrial monster terrorizes Liz. Until she’s rescued by a new ally: Miraclewoman, who was “cold and glittering, a statue of cut glass, immaculate save for gauntlets darkened by unearthly blood”.

John Totleben, longtime collaborator and one of the main artifices of “Swamp Thing”, was in charge of illustrating the first chapter of the Olympus saga. His richly detailed pages and his expressive mixture of shadows and lights, add solemnity to a story devoted to ancient gods and pagan rituals. Totleben’s exquisite brushwork puts him miles above other artists of the 80s. In the same way that I’ve affirmed that Barry Windsor-Smith was like a modern Durer, Totleben is like a reborn Goya, faithful to the essence of the master’s etchings.

The splash page of Cronos presents a brilliant composition, a beautiful array of harmonic figures, architectural prowess and alien creatures trapped behind murky glass. Pure symmetry, graceful figures and a unique sense of design turn this into a truly amazing page. Of course, Totleben’s creativity can also be seen in the uncanny anatomy of the aliens that fight against Miracleman. Marvel editors had the wonderful idea of including the entire issue in black and white, directly scanned from the original art; and for me it has been a tremendous pleasure to observe the evolution from pencils to inks. I felt like I had landed in the middle of an art class. For instance, I realized that Totleben used white acrylic to achieve some of the delicate visual effects we see in his pages. The original cover was actually a real painting (oils on canvas) done by Totleben in 1987. A fantastic image.
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Liz is attacked by the Qys / Liz es atacada por los Qys

Aislado de la humanidad, y muy por encima del mundo, en la intrincada arquitectura del Olimpo,  Miracleman acepta su naturaleza divina, olvidando que alguna vez fue un simple mortal. Es 1987, y Alan Moore agrega un inesperado nivel de complejidad a la saga del mayor héroe del mundo. Ahora hay dos relatos entrelazados. Uno sucede en el futuro, en 1987, y es narrado por un  Miracleman omnipresente. El otro, sin embargo, sigue ocurriendo en 1982.

“Cronos” (publicado originalmente en Miracleman # 11, mayo de 1987) sienta las bases del Olimpo. En la mitología griega, el Monte Olimpo era el centro neurálgico de los dioses. Allí, Zeus, hijo de Cronos, reinaba con supremacía. “Soñando con nueva música, nuevos pensamientos, nuevas pinturas, un mundo nuevo cada día. Todos los días. A veces, ciudadanos de juguete trepan hasta aquí para pedir favores; esta enfermedad necesita ser curada, este río debe ser movido. A veces digo sí”, explica Miracleman en 1987. Mediante su soliloquio vemos su actitud divina. Mira a los humanos como hormigas que construyen lo que él considera ciudades de juguete, pidiendo siempre su intervención o ayuda.

No obstante, en 1982 las cosas no son tan fáciles como parecen ser en el futuro. Michael Moran y Liz son padres preocupados que deben lidiar con el extraño metabolismo de su hija recién nacida. Inesperadamente, un hombre y una mujer siguen a Moran y le preguntan sobre su alter ego. Entonces ellos se transforman en poderosas criaturas alienígenas: los Qys. Moran se convierte en Miracleman, y la batalla comienza.
Miraclewoman
  
Original cover (oil on canvas) / portada original (óleo sobre lienzo)
“Entonces no los reconocía como Titanes, no sabía que Cronos había llegado para confiscar los rayos de un Zeus delincuente”, afirma el protagonista. Cada vez que Miracleman derrota a los Qys, ellos asumen una nueva forma. Su habilidad para recrearse a sí mismos constantemente es lo que les da una ventaja considerable. La criatura macho se queda con Miracleman, quien está a punto de ser derrotado. La hembra encuentra el hogar de Moran, y en su interior a una indefensa Liz. Similar a las secuencias de terror de “Swamp Thing”, el monstruo extraterrestre aterroriza a Liz. Hasta que ella es rescatada por una nueva aliada: Miraclewoman “fría y resplandeciente, una estatua de vidrio pulido, inmaculada salvo por los guantes oscurecidos por sangre de otro mundo”.

John Totleben, colaborador asiduo y uno de los principales artífices de “Swamp Thing”, estuvo a cargo de las ilustraciones del primer capítulo de la saga del Olimpo. Sus páginas ricamente detalladas y su expresiva mezcla de sombras y luces, añaden solemnidad a una historia dedicada a los dioses antiguos y a los rituales paganos. El exquisito pincel de Totleben lo coloca a kilómetros de distancia por encima de otros artistas de los 80s. Del mismo modo que he afirmado que Barry Windsor-Smith es como un Durero moderno, Totleben es como un Goya renacido, fiel a la esencia de los grabados del maestro. 

La página inicial de Cronos presenta una composición brillante, un hermoso conjunto de figuras armónicas, proeza arquitectónica y criaturas alienígenas atrapadas detrás de vidrios opacos. Simetría pura, figuras llenas de gracia y un sentido único del diseño hacen de esta una página verdaderamente asombrosa. Desde luego, la creatividad de Totleben también puede ser vista en la rara anatomía de los alienígenas que pelean contra Miracleman. Los editores de Marvel tuvieron la maravillosa idea de incluir el número completo a blanco y negro, escaneado directamente del arte original; y para mí ha sido un placer tremendo observar la evolución del lápiz a la tinta. Es como si hubiese aterrizado en medio de una clase de arte. Por ejemplo, me di cuenta que Totleben usaba acrílico blanco para alcanzar algunos de los delicados efectos visuales que vemos en sus páginas. La portada original era de hecho una pintura de verdad (óleo sobre lienzo) realizada por Totleben en 1987. Una imagen fantástica.